Un Renault Clio tuneado con un falso tubo de escape y un alerón trasero gigantesco vuela por una avenida casi desierta. Omar va muy puesto. No puede dejar de pensar en Fernanda. «No te encoñes, Omarito, no te encoñes», se repite, «que Nanda es mucha tía para ti, que ese cuerpo es como un tren de alta velocidad: arrolla lo que se ponga por delante». Instintivamente, se lleva la punta de la lengua a la herida que le dejó en el labio inferior el mordisco de esa hembra brava. Y sigue avanzando al filo del amanecer, saltándose los semáforos mientras tararea la canción de Maluma: «Ahora me tocó a mí cambiar el sistema/ Andar con gatas nuevas, repartir el corazón/ Sin tanta pena, ahora te digo goodbye/ Muito obrigado, pa’ ti ya no hay».
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