Esa mañana me desperté con la vívida imagen de Machín en mi cabeza. La canción «Angelitos negros« resonaba aún en la habitación cuando abrí los ojos. Me levanté de la cama y me dirigí al cuarto de baño.
—Pero, ¿qué es esto? —pregunté perpleja al verle sentado sobre la taza del váter—. ¿Qué haces tú ahí?
—Ya ves.
—¿Es mi imaginación o está sonando «Dos gardenias para ti»?
Deja una respuesta