Decir adiós
Decir adiós es abrirme a nuevas bienvenidas
con fe, sin cuentas pendientes y
con la lección aprendida.
Decir adiós es permitirme sentir de nuevo
la magia del encuentro imprevisto y
la curiosidad ante lo inexplorado.
Decir adiós es decir: «Estoy preparada,
hágase en mí según mi voluntad»,
vaciarme de expectativas y dejarme llevar.
Decir adiós es caminar sin muletas,
enterrar lo que nunca más será
agradeciendo a la vida por lo que fue.
Decir adiós es abrirme en canal al porvenir
con la certeza de que su semilla
ya está germinando en mi corazón.
Decir adiós es subir al alambre de nuevo,
llorar de miedo, ignorar el abismo, vencer el vértigo y continuar.
Decir adiós es partirme, recomponerme
y estar dispuesta a volverme a partir.
Y, sobre todo agradecer. Siempre.
Mientras viva.
Algunas estrofas de este poema pueden impregnar a los últimos días de la situación de terminalidad, ese momento en el que aceptamos nuestro final y que hemos cerrado los posibles círculos abiertos, hemos decidido dejar de luchar ante lo evidente e inevitable y nos dejamos llevar con total tranquilidad.
Pues sí, Joaquín. Ese es el gran reto, decir adiós con gratitud y cerrar la puerta con dignidad. Gracias por tu comentario.