«Me siento mucho más cerca de los celtas de la Isla de Man que de vosotros los andaluces con vuestros toros y vuestro flamenco». Mientras recogía la mesa, el camarero aprovechó para meterse en el animado debate que, al calor de unos chupitos de orujo, manteníamos sobre el independentismo catalán. Era joven, no tendría más de treinta y cinco años; luego nos dijo que era de Fisterra «el lugar más bonito del mundo» y que había sido concejal por el BNG en el ayuntamiento de no sé qué pueblo. Y, entre café y orujo, le dimos cuartelillo… » Leer artículo.
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