Mi bisabuela nació en el seno de una familia de jornaleros de Huércanos (Logroño). Enviudó muy joven. Con una hija en el mundo y sin medio de vida, no es de extrañar que se casara al poco tiempo con otro hombre del que tuvo un hijo, Marino, un bala perdida que la trajo por la calle de la amargura desde niño.
Era una mujer de gran carácter y, sin lugar a dudas, desempeñó el papel de matriarca de la familia a la perfección. A pesar de ser muy recta con sus hijos, con sus nietos fue todo dulzura y permisividad. Recuerdo que cuando yo tenía seis o siete años, la bisabuela me regaló un pañuelo bordado con sus propias manos. Yo entonces no fui capaz de valorar en su justa medida ese regalo, ¿quién a los siete años puede ilusionarse con un pañuelo? Al correr de los años comprendí cuánto esfuerzo le debió costar bordar ese pañuelo: era muy mayor y ya apenas si veía, pero aún así quiso dejarle a su biznieto algo hecho por ella, un poco de su energía y sus desvelos…
El destino no le fue muy propicio, en ese tiempo la existencia no era precisamente amable ni para hombres ni para mujeres, pero especialmente para éstas. Tan poco, que al final de su vida, cuando ya le hubiera tocado vivir la placidez de una vejez rodeada de los suyos, la existencia le arrebató a su hija Julia, mi abuela.
Espero que al menos allá donde esté, haya visto compensada tanta lucha…
Fernando, tu biznieto.
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