La ciencia ha demostrado que la igualdad de oportunidades, que supuestamente lleva a los más talentosos a ocupar los mejores puestos y a estar entre los más ricos, es una falacia. La realidad, comprobada estadísticamente, es que la suerte es el principal factor de la prosperidad personal y que los hijos menos dotados de padres de altos ingresos se gradúan a tasas más altas que los hijos más dotados de padres de bajos ingresos: no tener estudios multiplica por 3 el riesgo de caer en la pobreza. Cuando se es pobre, el dinero no es lo único que escasea. La capacidad cognitiva de la sociedad también disminuye.
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