Jenni, y todas las Jennis del mundo, no quieren ser heroínas ni ejemplos de nada. Jenni, y todas las Jennis del mundo, solo quieren ser futbolistas, periodistas, ingenieras, oficinistas, camareras, cantantes, actrices, sindicalistas, bancarias, publicistas, cajeras… que puedan ir tranquilas por la vida, sin miedo por la calle, sin temor a que el jefe o un compañero las manosee, las toquetee, las acaricie, las bese, las pellizque o las violen. Solo eso. Nada más y nada menos que eso, algo aún impensable en esta cultura de la violencia contra la mujer que sigue imperando en todos los ámbitos, y especialmente en el del futbol.
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