El otro día me contaba un amigo que vive en EEUU que estaba preparando la comunión de su hija, su familia es católica practicante. Me cuenta que, por lo menos en el estado de Michigan donde viven, en las escuelas no se imparten clases de ningún credo y que ellos pagan todos los meses una cuota a su iglesia por los servicios religiosos que reciben, entre otros, la comunión de su hija. Y me quedo con las patitas colgando, abuela, al compararlo con lo que sucede en España, país aconfesional según la Constitución, pero menos a la vista del histórico de concordatos y acuerdos que siguen vigentes entre el Estado y la Santa Sede gracias a los cuales la Iglesia Católica ha mantenido sus privilegios hasta hoy.
Deja una respuesta